El amor propio, ¡un tesoro inestimable!

Por: Celibeth Rodríguez

Érase una vez una oruga llamada Esmeralda. Era conocida por ser muy feliz. Le encantaba ver amaneceres y atardeceres. Un día, mientras paseaba por el bosque, miró al cielo azul y se fijó en dos mariposas que volaban con sus preciosas y coloridas alas. Esmeralda se entusiasmó e intentó volar, pero enseguida se dio cuenta de que no tenía alas. En ese momento, Esmeralda se sintió triste.

Al día siguiente, ya no disfrutaba viendo el amanecer o el atardecer como antes. Empezó a hacerse preguntas: ¿Por qué no puedo volar? ¿Por qué no tengo alas de colores? ¿Por qué las mariposas pueden alcanzar el cielo azul y yo sólo puedo verlo desde mi pequeño lugar en el suelo? Tenía muchas preguntas y, en el proceso, empezó a centrarse en sus diferencias en lugar de en las hermosas cualidades que la hacían única.

Hasta que un día, mientras contemplaba la puesta de sol, se preguntó: "¿Por qué me fijo en mis diferencias? Puede que sea una pequeña oruga, ¡pero soy importante! Soy valiosa, soy única y soy diferente. Quizá no pueda volar, pero puedo caminar y disfrutar de la hermosa puesta de sol.

Esta constatación llenó de alegría el corazón de Esmeralda. Aquel día volvió a su pequeño rincón, disfrutó de la puesta de sol, cantó su canción favorita y se fue a dormir. Aquella noche ocurrió algo inesperado: mientras dormía, su cuerpo empezó a transformarse. Cuando se despertó, se miró y vio dos preciosas alas de colores. Esmeralda estaba encantada. Voló por encima de su pequeño lugar, feliz por lo que era y en lo que se había convertido. Se dio cuenta de que se había valorado a sí misma incluso antes de tener alas, y ahora, con sus hermosas alas, seguía queriéndose.

Moraleja:

El amor propio es esencial en nuestras vidas. Nos enseña que somos importantes y valiosos. En cada etapa de la vida, podemos abrazar la fe y el compromiso de seguir adelante, recordando siempre que la vida es un don precioso que hay que valorar y apreciar.

Seamos como Esmeralda: centrémonos en nuestros puntos fuertes y no en nuestras limitaciones o diferencias. Valorémonos en cada paso de nuestro camino, teniendo siempre presente que somos importantes y dignos. Y por eso, podemos sonreír y, al igual que Esmeralda, ¡disfrutar del amanecer!

Gracias por existir. Tú importas. ¡Tú eres valioso! 💙✨

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